jueves, 27 de junio de 2013

Quiénes no estuvieron en Woodstock 69'


Memorias de un jubilado 04
Woodstock 1969  ¿Quiénes no asistieron?


El festival de música de Woodstock, 3 días de Paz y Música, no tuvo lugar en Woodstock sino en una granja de Bethel, Nueva York, los días 15, 16, 17 y la madrugada del 18 de agosto de 1969, inicialmente estaba programado para que tuviese lugar en el pueblo de Woodstock en el condado de Ulster, Estado de Nueva York pero la población local se opuso al evento, y al final se aceptó  acoger al concierto en los terrenos localizados en Sullivan Country, también en el Estado de Nueva York.
 Durante el concierto se realizó el famoso documental Woodstock 3 Days of Peace & Music, editado y montado entre otros por Martin Scorsese. Fue estrenado en 1970 y ganó el Premio Oscaral mejor documental. En Machala se pudo disfrutar de este documental en el antiguo cine Silva, con muy pocos espectadores, pero los pocos que estuvimos, disfrutamos de la música de Santana, Jimi Hendrix, Credence, entre otros, dejando volar nuestra imaginación para sentirnos en el sitio mismo del festival.
 Posteriormente, en Ecuador, salieron a la venta 2 álbumes triples de 33 rpm con la música del festival, e imágenes elocuentes, que –desde luego- los adquirí y hasta la fecha los conservo como una reliquia histórica.
 
 
Congregó a 400.000 espectadores, la organización esperaba sólo 60.000 personas mientras que el número de personas que calculó la policía de Nueva York era de 6.000. La entrada costaba 18 dólares estadounidenses de la época para los 3 días.
Woodstock se convirtió en el icono de una generación de estadounidenses hastiada de las guerras y que pregonaba la paz y el amor como forma de vida y mostraban su rechazo al sistema, gran parte de la gente que concurrió a dicho festival era hippie, que estaban en contra de la guerra de Vietnam, por lo que Jimi Hendrix tocó el himno estadounidense solamente con una guitarra eléctrica como signo de protesta a los comportamientos bélicos del gobierno.
Los principales artistas que participaron (al menos los que yo conozco) son los siguientes:
Viernes 15 de agosto: Richie Havens, Arlo Guthrie, Joan Baez. Sábado 16 de agosto:  Santana, Canned Heat, Creedence Clearwater Revival, Janis Joplin, Sly & the Family Stone, The Who. Domingo 17 de agosto hasta el lunes 18 de agosto: Joe Cocker, Ten Years After, Blood, Sweat & Tears, Crosby, Stills, Nash & Young, Sha-Na-Na, Jimi Hendrix.
Pero ¿qué pasó con los demás artistas de la época?, ¿por qué no asistieron a Woodstock?

The Beatles no estuvieron en Woodstock, dicen algunos historiadores, porque los organizadores contactaron a John Lennon  pero éste dijo que no tocarían a menos que también tocasen los Yoko Ono's Plastic Band –la influencia negativa de Yoko Ono en John, una de las causas de la disolución de The Beatles- y fueron rechazados. Pero la realidad siempre fue que The Beatles estaban a punto de disolverse: hacía 3 años que no hacían un concierto en directo, lo habían intentado y no fue posible, ya no podían ponerse de acuerdo para salir de giras, y el 30 de Enero de 1969, decidieron tocar por última vez juntos en el famoso concierto en la azotea de los Estudios Apple

The Doors estaban considerados en la lista de bandas invitadas, y aceptaron al instante en que se les invitó, haciéndoles saber que era un festival de rock en Nueva York. Ray Manzarek el tecladista de la banda aceptó, ya que Nueva York era uno de los mejores mercados de The Doors, pensando que el festival iba a ser en Central Park, pero la banda luego rechazó la invitación cuando se les hizo saber que el festival iba a ser en una granja cerca de Woodstock, además Jim Morrison estaba con el proceso judicial, por el incidente del concierto en Miami, el 1 de marzo de 1969, motivo que también lo imposibilitaba tocar.

Led Zeppelin fueron invitados a participar en el festival: Según su manager: "Se nos pidió participar en Woodstock y Atlantic tenía mucho interés, y también nuestro promotor en USA, les dije que no, porque en Woodstock tendríamos que ser otra banda en la lista, y el grupo continuó con su gira de verano, tocando ese fin de semana en el Asbury Park Convention Hall en Nueva Jersey y luego en  un show de Elvis Presley en el Hotel Internacional de Las Vegas, el 12 de agosto.

Bob Dylan, a pesar de ser el más esperado nunca negoció seriamente. En su lugar, firmó a mediados de julio para tocar en Festival de la Isla de Wight, el 31 de agosto. Dylan vivía en el mismo pueblo de Woodstock y estaba molesto por el acoso de un gran número de hippies durante el retiro de varios años tras su accidente de moto. Tiempo después realizó una actuación memorable en este mismo lugar, en Woodstock 94, siendo presentado con la famosa frase: “Hemos esperado 25 años para oír esto. Señoras y señores, ¡el Sr. Bob Dylan!”

Tommy James & The Shondells declinaron la invitación. El cantante Tommy James declaró más tarde: "Podríamos haber ido, nos dieron una patada. Estábamos en Hawái, y llamó mi secretaria y dijo: 'Sí, escucha, hay un criador de cerdos en el norte de Nueva York que quiere que toques en su campo'. Así es como se me planteó. Así que pasamos, y nos dimos cuenta de lo que había perdido un par de días más tarde".

The Byrds fueron invitados, pero optaron por no participar, pensando que Woodstock no sería diferente a cualquiera de los otros festivales de música durante ese verano. Nos preguntaron si queríamos hacerlo y dijimos 'no'. No teníamos idea de lo que iba a ser. Estábamos quemados y cansados de la escena de los festivales. Así que todos nosotros dijimos 'No, merecemos un descanso' y nos perdimos el mejor festival de todos".

Tampoco estuvieron The Rolling Stones, The Temptation, Pink Floyd, Three Dog Night, entre otros, pero la música de esos tres días perdura en el tiempo desde aquel famoso agosto de 1969.

miércoles, 26 de junio de 2013


Memorias de un jubilado 03
Tomás Pantaleón
Qué pudo haber influenciado a un físico-matemático del San José La Salle, y luego  un Ingeniero Civil, para tener una íntima conexión con la Literatura a lo largo de toda su vida, manifestándose en la lectura –una y otra vez- de toda la obra de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa,  Jorge Amado, o en el hecho de recordar la poesía del Siglo de Oro español. Y para esta pregunta sólo hay una respuesta, el Licenciado Tomás Pantaleón Tapia.
Rodolfo Pérez Pimentel,  historiador y biógrafo ecuatoriano, declarado Cronista vitalicio de la ciudad de Guayaquil escribió sobre Tomás Pantaleón lo siguiente:
“Creció pobre, débil, larguirucho, mulato–amestizado y enfermizo. Su carácter tímido le tornó huidizo, callado, sutil. Era un ser esquivo, taciturno, melancólico y con cara de funeral.  Alto, delgado, prieto, de mirada penetrante y gestos reposados. Hablaba en tono menor y poco, pero decía y pensaba cosas serias como correspondía a su altísima condición de maestro, que lejana ya su juventud impetuosa se había ido asexuando en una ascesis religiosa.”
Fue mi profesor de Literatura en el colegio San José La Salle, y a la rigurosa descripción de Pérez Pimentel puedo agregar lo siguiente: Era delgado, si, de una delgadez que se manifiesta en los ojos, de un color moreno cobrizo, de un lento caminar, y –debido a su situación precaria- tenía un solo terno que usaba todos los días, de un color indefinido, podía parecer café oscuro como también gris azulado, de acuerdo a si el día estaba nublado o soleado, pero eso sí, con camisa blanca impecable y corbatas serias, pero bastaba su presencia en el aula de clases o en los corredores del colegio, para imponer su autoridad. Y cuando hablaba, no quedaba ninguna duda, era un maestro y era un poeta.
César Dávila Andrade manifestó que el título de su poemario “Dejad que muera el odio” debió ser Dejad que muera el odio y se levante la melancolía, porque tenía una seca dulzura, una persistente pero acendrada pena casi filosófica, que flota y se escurre melódica y transparente, en el ámbito silencioso como estático de su poesía
“Porque tenía esa pena más negra que la pena, te busqué / sin desmayo, con la risa del alba y el llanto del crepúsculo, / con la esperanza floreciéndome en el pecho, / estallando cual lirio colmado de rocío./ Algo, un soplo, un suspiro – no sé cuándo ni cómo / ni de que tierras fértiles… me dijo que era cierta / tu presencia animal de haces poderosos./ Mas todo paró ahí. Todo quedó en anuncio, /renaciendo, de nuevo, cual hongos, la agonía.
“…Pero no, que la sombra no mira como miras. /No tiene, como tiene, tan de hormiga los muslos / ni en su roce produce lo que produce Oh! Tu Cuerpo / de latidos de aguja, aliento puro, jadear ancho y profundo. No, que la sombra tiene por límite la luz…/ Y tú eres luz que tiene por límite la aurora. // Cuanto tiempo buscando! Ay! Mi tiempo perdido! Entonces me moría sin morirme…”
Entendimos los versos trágicos de Amado Nervo “…ha de sobrarme la mitad del lecho/y ha de faltarme la mitad del alma”, o aquellos “…la trenza que le corté/ y que piadoso guardé,/ impregnada todavía/ del sudor de su agonía/ la tarde que se me fue/, así como los versos de Fray Luis de León “¡Qué descansada vida/ la del  que huye del mundanal ruido/ y sigue la escondida/ senda por donde han ido/ los pocos sabios que en el mundo han sido!” recalcando su célebre frase al volver a las aulas universitarias después de padecer la prisión injusta: “Como decíamos ayer”
Enseñaba que Miguel de Cervantes no solo escribió El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha sino también Ovillejos “Quién menoscaba mis bienes?/ ¡Desdenes!/ Y quién aumenta mis duelos?/ ¡Los celos!/ Y quién prueba mi paciencia?/ ¡Ausencia!/ De este modo en mi dolencia/ ningún remedio me alcanza,/ pues me mata la esperanza,/ desdenes, celos y ausencia.”
Y aprendimos para nunca olvidar, las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer “Mientras haya unos ojos que reflejen/ los ojos que los miran;/ mientras responda el labio suspirando/ al labio que suspira,/ mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas;/ mientras exista una mujer hermosa,/ ¡habrá poesía!
Y con el atrevimiento propio de un alumno convencido, que presenta su trabajo final con la esperanza de aprobar el curso, estos versos que dediqué
A mi esposa
“Pezones de nácar y pubis de seda,/ Oh dulce señora que alegras mis noches,/ como sol de invierno calientas mi vida,/ que acaba rendida después del derroche./
En silencio, recorro tu cuerpo y encuentro tu alma,/ te miro, te toco, me aloco,…  y explota la calma,/ después, tranquilo, pienso y me digo a mi mismo,/  y si tal vez mañana sea todo distinto,/ el sueño que llega, me deja contento,/ pensando  que vivo,… sin saber, que estoy muerto.”
Javier Córdova Macías
 
"La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla"
Gabriel García Márquez


 

 

 

 

 

 

martes, 25 de junio de 2013


Memorias de un jubilado
Los Iracundos y Los Indomables
“Todas mis canciones tienen algo de ti,
y de este mundo extraño en el que viví”
Los Iracundos
Terminaba el año 1963 y terminábamos la escuela, nos preparábamos para ingresar al colegio 9 de Octubre al año siguiente, teníamos la costumbre de jugar pelota todas las tardes en la calle frente al colegio La Inmaculada, en una jugada sin importancia piso mal la bola y caigo sobre mi brazo derecho, lo levanté y estaba hecho un desastre, los dos huesos rotos, cerca de la muñeca.
Ese invierno fue largo y caluroso con el yeso en el brazo y con un inmovilizador, hasta que pudo ser retirado para permitirme un ingreso digno al colegio en mayo de 1964, no se podía mostrar debilidad. Sabíamos lo que nos esperaba, el 9 era un monstruo,  y teníamos que sobrevivir, y la única manera era mantenernos unidos y enfrentar a todos los otros grupos que tratarían de imponerse. En el año de 1.964 se inauguró la Primera Feria del Banano, la Provincia de El Oro había dado un paso sorprendente en su economía, Machala estaba adquiriendo rasgos de una ciudad, se acababa de inaugurar el primer Banco en la ciudad de Machala, el Banco de Machala con capitales orenses.
En las largas tardes del verano del 64’ sonaba en las radios un grupo nuevo Los Iracundos, habían debutado el 10 de octubre de 1961, en el histórico Teatro Florencio Sánchez de la ciudad de Paysandú, Uruguay, y en menos de dos años, en 1963, tenían grabado su primer disco de 45 rpm, el cual contenía los temas Reten la noche y Madison. En la rocola de la heladería Roxi, ubicada convenientemente por el paso de las alumnas del Ismael y del 9, en la esquina de Rocafuerte y Guayas, se escuchaba la voz desgarradora de Franco, el cantante de los Iracundos, en la inolvidable Retén la noche, que nos llegaba al alma (Retén la noche/ que el sol ya está por salir/ después te irás/ y ya nunca tu volverás...)
En el 9 de Octubre, mientras tanto, ya se habían formado Los Audaces, La Garra, y otros más, y nosotros decidimos que lo más apropiado sería llamarnos Los Indomables, ¿todavía lo somos?, y con ese nombre nos abrimos paso en el colegio, aunque enseguida, y por razones deportivas, pasamos a formar, paralelamente, el Club Social Deportivo 9 de Octubre.

De las rocolas de las fuentes de soda pasamos a las rocolas de los salones, habíamos cambiado los helados por las cervezas, y conocíamos de memoria –en ese lenguaje alfa/numérico de las rocolas- la ubicación de las canciones de Los Iracundos. En el año 1965, después de triunfar con el instrumental Sin palabras, Los Iracundos grabaron Con palabras, y se quedaron para siempre en nosotros, con las canciones Calla, Todo terminó, Me recordarás, La casa del sol naciente. En el año 1966 se proclamaron Primeros en América con las canciones Nena para ti, Mi mente en ti, Nuestro juramento, La ciudad duerme (Tu ya no estás/ y la ciudad duerme/ sin razón/ te espero aquí/ es el fin/ que dolor siento/...) 
En 1967 ya estaba en el colegio San José La Salle en Guayaquil, se lo pedí a mis padres y lo aceptaron –ambas acciones inexplicables para esa época, tenía 14 años- y me cambió la vida por la educación que recibí, y pasé de las rocolas de Los Indomables a escuchar misa todas las semanas, a aprender algo de francés, a dedicarme completamente a Física y a Matemáticas y sobre todo a apasionarme por la Literatura.
                                                                             En ese año salió el LP Los Iracundos en Roma,  yo no tenía tocadiscos en Guayaquil pero igual compré el disco con algún ahorro, y más tarde pude llenarme de las canciones Y la Lluvia caerá, Sé que no volverás, Me quebraste la vida (Todas mis canciones/ tienen algo de tí/ y de este mundo extraño/ en el que viví/...), Sunny, Ángela, pidiendo prestado un tocadiscos a un amigo vecino, hasta que mis padres me regalaron un portátil que en ese tiempo pasó a ser mi más preciada pertenencia.


Puerto Montt, composición de Eduardo Franco y Cacho Valdez, es sin duda la canción emblemática del grupo, siendo grabada el 16 de octubre de 1968 en los estudios de la RCA-ARGENTINA y presentada en el II Festival Buenos Aires de la Canción el 11 de noviembre de 1968 quedando en segundo lugar de dicho evento, siendo el más recordado en el mundo de la banda.[]
En Ecuador y en América se hizo famosa en 1969, cuando terminaba el colegio, y luego de mi graduación en enero del  70, pasé unos días de vacaciones en casa de mi tíos Edgar y Celia en la playa de la isla Costa Rica, en donde los versos con que inicia esta canción “Sentado frente al mar…“ adquirían categoría de Himno Nacional y obligaban al dispendio generoso de una cuantas cervezas.
La historia de Los Iracundos continúa hasta ahora y continuará por siempre, y el grupo Los Indomables (Club Social Deportivo 9 de Octubre)  forma parte de la historia de Machala.

lunes, 24 de junio de 2013


Memorias de un jubilado

"La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla"
Gabriel García Márquez
“La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por una pérdida inmediata de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian. La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, es incurable y terminal, y aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad.”

Cuando leí esto, recordé que mi tío Servio murió con esta enfermedad, y que estoy cerca de cumplir los 61 años, y como tengo algunos recuerdos que quisiera conservar, me decidí por iniciar este proyecto Memorias de un jubilado, que no busca nada, más allá de rescatar algunos capítulos de mi vida mediante este blog, que permite sustituir cualquier intento frustrado de escribir un libro.
Y para empezar voy a  liberar de la memoria un hecho real ocurrido el 23 de septiembre de 1972 y presentarlo como un cuento corto, con las licencias literarias que este permite.
 
“Tres minutos: Una vida corta”
El día en que me dispararon un balazo a la cabeza, amaneció como una típica mañana de septiembre, cargada de llovizna y con un cielo totalmente nublado. Revisé mi agenda, sábado 23 de septiembre de 1972, me había levantado temprano, a pesar de no tener clases en la universidad, para llevar al terminal de Ecuatoriano Pullman a mi primo Dalton, que viajaba a las fiestas de Machala, yo había decidido no ir pues me encontraba desanimado, saliendo de una relación amorosa conflictiva. Estacioné mi camioneta Isuzu en Boyacá y Aguirre, en el quiosco de la esquina se escuchaba la canción de Julio Jaramillo “…si tu mueres primero, yo te prometo, escribiré la historia de nuestro amor…”,  mi primo se despidió, y cuando iba a encender el carro para regresar a Urdesa, oí un estruendo encima de mi cabeza que me dejó atontado, vi hacia mi derecha un taxi  que cruzaba, y un tipo borracho que disparaba al aire, y me quedé tranquilo pues comprendí que ese era el ruido que había escuchado.
Más tarde, al llegar a la casa,  vi el hueco por donde la bala había ingresado dentro del techo de la cabina de mi camioneta, exactamente a cinco centímetros de mi cabeza, y pensé – ¡Carajo, me salvé! -, y pude continuar con mi vida, acabar mi carrera de Ingeniería Civil, conocer a Nelly de quien me enamoré de verdad y con quien más tarde me casaría, tendría tres hijas, y años después, cuatro nietos, y ahora, luego de cumplir sesenta años, he podido evocar ese momento y apreciar todo lo bueno que me ha dado la vida. 
Y el incidente quedó en el olvido, hasta el día de hoy, en que me veo estacionado en la misma esquina, y –que extraño– en el quiosco se escucha la misma canción de Julio Jaramillo, - “…si yo muero primero…” - y me doy cuenta que algo pasa, pues la gente que camina empieza a rodear mi carro, pero…
- ¿Por qué me miran? –
-¿Por qué quieren abrir la puerta de mi carro? –
Quiero hacer algo, y no puedo. No puedo moverme, y escucho la sirena de una ambulancia que en cada instante suena más fuerte, y se estaciona junto a mi carro, el sonido de la sirena me molesta, - ¿Por qué no lo apagan? -
-Pero ¿qué pasa? –
Me doy cuenta que mi camisa está empapada de sangre, y entonces, comprendo todo.
-¡Nooooo Dios mío!, entonces la bala si me dio en la cabeza, y todo lo que creía recordar de mi vida, en estos tres minutos, era sólo mi imaginación.
-¡Nooooo, no he vivido nada!–
Al sentir tan cerca la muerte, mi mente, inconscientemente,  creó una historia de lo que hubiese querido vivir  –y que me temo, ya no podré–
En ese instante me di cuenta que la canción de Julio Jaramillo había terminado…