lunes, 24 de junio de 2013


Memorias de un jubilado

"La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla"
Gabriel García Márquez
“La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por una pérdida inmediata de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian. La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, es incurable y terminal, y aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad.”

Cuando leí esto, recordé que mi tío Servio murió con esta enfermedad, y que estoy cerca de cumplir los 61 años, y como tengo algunos recuerdos que quisiera conservar, me decidí por iniciar este proyecto Memorias de un jubilado, que no busca nada, más allá de rescatar algunos capítulos de mi vida mediante este blog, que permite sustituir cualquier intento frustrado de escribir un libro.
Y para empezar voy a  liberar de la memoria un hecho real ocurrido el 23 de septiembre de 1972 y presentarlo como un cuento corto, con las licencias literarias que este permite.
 
“Tres minutos: Una vida corta”
El día en que me dispararon un balazo a la cabeza, amaneció como una típica mañana de septiembre, cargada de llovizna y con un cielo totalmente nublado. Revisé mi agenda, sábado 23 de septiembre de 1972, me había levantado temprano, a pesar de no tener clases en la universidad, para llevar al terminal de Ecuatoriano Pullman a mi primo Dalton, que viajaba a las fiestas de Machala, yo había decidido no ir pues me encontraba desanimado, saliendo de una relación amorosa conflictiva. Estacioné mi camioneta Isuzu en Boyacá y Aguirre, en el quiosco de la esquina se escuchaba la canción de Julio Jaramillo “…si tu mueres primero, yo te prometo, escribiré la historia de nuestro amor…”,  mi primo se despidió, y cuando iba a encender el carro para regresar a Urdesa, oí un estruendo encima de mi cabeza que me dejó atontado, vi hacia mi derecha un taxi  que cruzaba, y un tipo borracho que disparaba al aire, y me quedé tranquilo pues comprendí que ese era el ruido que había escuchado.
Más tarde, al llegar a la casa,  vi el hueco por donde la bala había ingresado dentro del techo de la cabina de mi camioneta, exactamente a cinco centímetros de mi cabeza, y pensé – ¡Carajo, me salvé! -, y pude continuar con mi vida, acabar mi carrera de Ingeniería Civil, conocer a Nelly de quien me enamoré de verdad y con quien más tarde me casaría, tendría tres hijas, y años después, cuatro nietos, y ahora, luego de cumplir sesenta años, he podido evocar ese momento y apreciar todo lo bueno que me ha dado la vida. 
Y el incidente quedó en el olvido, hasta el día de hoy, en que me veo estacionado en la misma esquina, y –que extraño– en el quiosco se escucha la misma canción de Julio Jaramillo, - “…si yo muero primero…” - y me doy cuenta que algo pasa, pues la gente que camina empieza a rodear mi carro, pero…
- ¿Por qué me miran? –
-¿Por qué quieren abrir la puerta de mi carro? –
Quiero hacer algo, y no puedo. No puedo moverme, y escucho la sirena de una ambulancia que en cada instante suena más fuerte, y se estaciona junto a mi carro, el sonido de la sirena me molesta, - ¿Por qué no lo apagan? -
-Pero ¿qué pasa? –
Me doy cuenta que mi camisa está empapada de sangre, y entonces, comprendo todo.
-¡Nooooo Dios mío!, entonces la bala si me dio en la cabeza, y todo lo que creía recordar de mi vida, en estos tres minutos, era sólo mi imaginación.
-¡Nooooo, no he vivido nada!–
Al sentir tan cerca la muerte, mi mente, inconscientemente,  creó una historia de lo que hubiese querido vivir  –y que me temo, ya no podré–
En ese instante me di cuenta que la canción de Julio Jaramillo había terminado…

 

 

1 comentario:

  1. Javier qué grandiosa idea, plasmar las memorias de su vida en este medio. Lo felicito y siga adelante con este proyecto. Saludos,
    Mercy Maridueña

    ResponderBorrar